Al entrar en casa de Noemí Carrasco, uno enseguida siente que se adentra en territorio de interioristas. Refuerzan esta impresión el impacto cromático en tonos grises, la decoración escogida con mimo y una distribución pensada para regalar al visitante una panorámica espectacular de la avenida del Reino de Valencia. La anfitriona nació en Mallorca y residió en Barcelona hasta los veinticinco años, momento en que se trasladó a Valencia para casarse. Al llegar, la pareja pasó un tiempo buscando vivienda y no daba con ninguna de su agrado hasta que encontró este inmueble luminoso. Ese mismo día, Noemí supo que la búsqueda había concluido. «Vimos por lo menos cincuenta, pero queríamos ésta. Cambiamos totalmente la distribución, ya que la casa estaba de origen y tenía la típica tipología del Ensanche, con las habitaciones en la zona delantera y el salón comedor y la cocina detrás». Noemí dio la vuelta a esa estructura para sacar mayor provecho de las vistas a la avenida. Luego el hogar ha ido evolucionando con la familia a medida que avanzaban sus necesidades y su estilo de vida. «Abro la puerta del armario y conservo señaladas las alturas de mis hijos desde que tenían cuatro años hasta ahora, que miden 180. Te llena mucho ver que la casa va creciendo contigo».
Su objetivo era que la zona de día no se mezclara con la de noche. Para ello tiraron abajo las tres habitaciones que había de origen y crearon un patio que les diera la sensación de respiro. «No es un ático, pero esta terraza integrada genera la impresión de tener más contacto con el exterior. En ella hacemos mucha vida, es perfecta para leer, tomar un aperitivo… Incluso mi hijo mayor a veces se queda dormido aquí fuera», explica. Cuando los niños eran pequeños abrió la cocina para poder estar con ellos por las tardes o mientras hacía la cena, creando así lo que para ella es el corazón de la casa junto con el salón. «En mi casa ocurría lo mismo. Cuando llegábamos del cole nos agolpábamos en la cocina todos los hermanos para contarle a mi madre cómo nos había ido el día. Al final yo creo que tu casa termina siendo un reflejo de lo que tú has vivido».
A Noemí le gustan mucho los materiales naturales y ver cómo envejecen. «No me importa que un mármol o una madera se manchen o se estropeen, entiendo que es la vida del material. Me molesta el exceso de acrílicos o plásticos, pese a que hay veces en que necesitas utilizarlos para determinadas zonas, como los exteriores».
Noemí Carrasco lleva casi dos décadas al frente de NDC Interiorismo. Para ella, un proyecto no tiene nada que ver con otro, ya que las necesidades de cada cliente son completamente diferentes y es importante saber personalizar tus trabajos. «La clave es conseguir interpretar la forma de vivir de la persona que tienes enfrente», puntualiza.
En la web también tiene una tienda online de productos de decoración donde ofrece las cosas que le gustan. «La casa está llena de objetos de todo el mundo. Por ejemplo, esas máscaras las adquirí en un mercadillo en Mombasa, esa pieza de madera es un reposacabezas que compré a la tribu de los Masai, aquellas dos cabezas pequeñas las traje de Birmania».
La interiorista afirma que es importante que una vivienda sea para vivirla y que contenga objetos que signifiquen algo para ti, que no sea un lugar estéril. Además, debe transmitir transmite calidez y confort. «La casa es el principio y el fin, el lugar de donde sales cada mañana y al que vuelves por la noche. También tiene que ser un sitio versátil, que te dé la opción de estar relajado todo un fin de semana pero a la vez permita acoger a amigos y familiares y disfrutar el espacio en compañía».